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¿Qué sucede en Georgia?

¿Qué sucede en Georgia? ARSENIO RODRÍGUEZ.
Granma. 7/12/2003.


Poco más de un mes después de las elecciones que iniciaron el fin de una situación explosiva en Georgia y obligaron a dimitir a Eduard Schevardnadze como presidente, existe una inquietante calma en esa nación, que siguen con atención las principales potencias del orbe.

Si los comicios del 2 de noviembre preocuparon y ocuparon a países tan distantes como los Estados Unidos, menos lejanos como los de la Unión Europea, y tan cercanos como la Federación Rusa, la inquietud de todas estas naciones aumenta ante la convocatoria de nuevas elecciones y la evidente ingobernabilidad en ese país.

En fecha tan temprana como el 6 de noviembre, el Consejo de Europa lamentó el resultado de los comicios. El embajador estadounidense en Tbilisi se reunió con Shevardnadze el 11, aunque los resultados de ese encuentro nunca se dieron a conocer.

Nueve días después de la entrevista, Washington se declaraba "profundamente decepcionado por las elecciones y denunciaba fraudes masivos", aunque lo determinante, sin lugar a duda, fue el encuentro que sostuvo con el canciller ruso, Igor Ivanov, el día 23.

Ese mismo día, y ante la amenazante posición de los líderes opositores que anunciaban una posible marcha hacia la casa del mandatario, este firmó su dimisión y dejó en manos de quienes fueron sus seguidores, y ahora sus principales opositores, los destinos de una nación en total bancarrota.

Se han ocupado de los asuntos georgianos los presidentes de Estados Unidos, George W. Bush y de Rusia, Vladimir Putin, altos funcionarios de la Unión Europea, y se han preocupado la OTAN, el Pentágono y hasta organizaciones económicas y religiosas internacionales.

Y cuando parecía que ninguna otra figura de relieve llegaría por ahora a Tbilisi, este jueves lo hizo el secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld. Poco después de entrevistarse con los protagonistas de los últimos acontecimientos, conminó a Rusia a cerrar sus dos bases militares en Georgia, la de Batumi y la de Ajalkalaki, lo que recibió el inmediato rechazo de Moscú.

Para el Gobierno ruso, la salida de sus militares del territorio georgiano es un asunto para tratar de manera bilateral con las nuevas autoridades locales, dejando bien claro que sin la participación de terceros.

También preocupante fue la ambigua respuesta del titular de Defensa estadounidense quien ante la pregunta sobre la presencia en un futuro de unidades militares norteamericanas en Georgia, admitió que la Casa Blanca deberá "analizar el asunto" y hacer sus recomendaciones.

Por su parte, la presidenta interina, Nino Burdzhanadze, recalcó que la visita de Rumsfeld era una muestra del interés de Estados Unidos por desarrollar los vínculos bilaterales, ya que para Georgia la cooperación estratégica con ese país "tiene un carácter prioritario".

Ambos recordaron la posibilidad de la entrada de Georgia a la OTAN, aunque el jefe del Pentágono aclaró que todavía las autoridades georgianas deberían aplicar las reformas domésticas que la Alianza acostumbra pedir a sus potenciales socios.

Otro espinoso tema tocado por Nino fue la integridad territorial de esa nación, quien luego de reconocer el papel jugado por Moscú en la salida incruenta de Schevardnadze, fustigó a los políticos rusos por el apoyo, dijo, que dan a las regiones separatistas de Abjasia y Osetia del Sur.

La visita del Jefe del Pentágono a Tbilisi es la segunda del más alto nivel de Estados Unidos en menos de una semana, ya que primero fue Lynn Pascoe, subsecretario de Estado, quien entregó 5 millones de dólares para los comicios presidenciales anunciados para enero próximo.

Todo este movimiento político, diplomático y militar en un escenario hasta hace solo un mes olvidado por la gran prensa, salvo algún comentario sobre la corrupción en Georgia o la inclinación pro occidental del ahora en desgracia Schevardnadze, provoca muchas interrogantes.

Algunas han sido ya valoradas por los especialistas, como lo que significa económicamente el paso por ese territorio del oleoducto que trasladará petróleo desde el mar Caspio, así como la defensa de los intereses de Estados Unidos en la problemática región del Cáucaso.

Todo ello ha aparecido en forma de noticia pública, pero las dos recientes y urgentes visitas de altas autoridades estadounidenses a la capital georgiana en menos de una semana y lo que se discute y aprueba entre bambalinas, obliga a formular la pregunta: ¿Qué sucede en Georgia?

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